Viajar con jamón: Misión (casi) imposible

Hace poco más de una semana amanecimos con la noticia de que las autoridades australianas habían retirado el visado a un turista español que trató de entrar con jamón en el país. Suena inverosímil, la verdad. Nos imaginamos la retirada del visado en caso de tratar de cruzar la frontera de un país portando armas o drogas, pero… ¿jamón?
Está bien. No llevaba solo jamón. El “desalmado” de él portaba todo un alijo de productos españoles: 2 sobres de jamón loncheado, un chorizo, un lomo y un trozo de queso; eso sí, todo bien envasado al vacío. Entonces, ¿por qué se le retiró el visado? ¿Acaso portaba alguna suerte de arma biológica? Está claro que para las autoridades australianas, y para otros muchos países, sí.
Hace ya un tiempo os contamos “Cómo llevar jamón a otro país”, pero dado lo llamativo de la noticia, no queremos dejar de recordaros qué hacer si no podéis sobrevivir fuera de casa sin catar tan preciado manjar.

 

Australia no es la excepción

Desde el siglo pasado, viajar por todo el mundo ya no es un privilegio de unos pocos (ahora lo es de muchos pocos). Recorrer el mundo volando en avión nos parece algo tan cotidiano como ir a trabajar o salir con los amigos. Pero ojito, nuestros movimientos traen consecuencias.
A priori, nadie parece sospechar que transportar alimentos para consumo propio en una maleta pueda llegar a hacer daño a nada ni a nadie, pero no es tan sencillo.
Las enfermedades llevadas de unas zonas a otras en las que los pobladores no poseen las defensas adecuadas (ya sean animales o personas), y la transmisión de animales a humanos, han provocado grandes problemas a lo largo de la historia. Y desafortunadamente, no debemos remontarnos mucho tiempo atrás, recién salidos de la pandemia del coronavirus o la reciente noticia del contagio de la gripe aviar en una granja de visones (sí, sí, la gripe aviar en mamíferos…).
Es cierto que los alimentos procesados en la industria alimentaria, y más en países como el nuestro, cumplen con una rigurosa legislación en cuanto a materia sanitaria para garantizar que no sucedan este tipo de accidentes, pero hay países que no se la juegan con estos temas.
Como decimos, el caso de Australia ha sido llamativo por la multa que le ha caído al pobre chaval además del “paseo” que se ha dado hasta nuestras antípodas para nada. Pero es el resultado de, o bien hacer caso omiso de las recomendaciones y restricciones aduaneras de nuestro destino, o bien de tratar de colársela a las autoridades fronterizas. Probablemente, si este chico hubiera declarado que llevaba esos alimentos, le hubieran sido requisados y aún estaría disfrutando del verano australiano con 2124€ en el bolsillo. Pero no fue así.
Son muchos los países que impiden la entrada a su territorio de alimentos, sobre todo, de origen animal. Y es que existen enfermedades como la peste porcina africana (PPA), la fiebre aftosa (aunque el virus de ésta quede inhibido por la curación en el jamón) o la gripe aviar (obviamente, el jamón se libra de ella, a no ser que sea el de pato, jejeje), que pueden transmitirse desde algunos alimentos y llegar a producir una catástrofe tanto en el ecosistema como en la industria ganadera del país receptor.
EE.UU. es, junto a Canadá, el país en el que más trabas encontrarás para viajar con nuestro querido jamón. Aún con alimentos permitidos, como las conservas de pescado y marisco o los turrones, es desaconsejable hacerlo si no quieres perder tiempo de vacaciones siendo registrado en el aeropuerto. Así que olvídate de llevarte jamón.
Perú, donde hasta ahora se podía entrar con jamón envasado, ha lanzado recientemente una medida por la que prohíbe la entrada de productos de origen porcino “para mantener al país libre del virus de peste porcina africana (PPA)”, mientras que Chile, Argentina o Brasil, permiten la entrada de jamón siempre que sea en tacos o loncheado y debidamente etiquetado, nunca de procedencia casera. En el caso de México, solo permite por ejemplo la entrada de hasta 5 kilos si son paquetes individuales o de una paleta, pero solo si proceden de Canadá, EE.UU., Francia, Italia o España.
No obstante, y a pesar de lo que afirmamos en este artículo, si vas a viajar, ponte en contacto con la embajada de dicho país para corroborar la legislación vigente y no tener sustos a tu llegada a destino.

La UE “is different”

La normativa alimentaria es común para toda la Unión Europea, por ello, no vamos a encontrar ningún problema en viajar con nuestro jamón por cualquiera de los 27 países que la conforman. Eso sí, llévalo bien envasado al vacío por lo que pueda suceder. Tampoco va a pasar nada por transportar un poquito de jamón a países como Andorra, Islandia, Liechtenstein, Noruega, San Marino y Suiza, aunque no pertenezcan a la UE. Pero lo dicho, un poquito, nada de tratar de montar una tienda con lo que llevamos en la maleta. Además, debemos tener en cuenta las restricciones marcadas por cada compañía aérea en caso de que decidamos llevar nuestro jamón en el equipaje de cabina en lugar de facturarlo.

Nuestro consejo es que, aunque no sepas vivir sin jamón (como nosotros), tengas muy presente que no es lo mismo transportar tu sobre de loncheado que tu camiseta favorita. Los alimentos en general, y los de origen animal en concreto, están expuestos a severas normativas aduaneras, tanto para consumo particular como para exportación. Si haces la consulta y no hay problema, no olvides tu jamón en casa. Pero si lo hay, no te preocupes porque cada vez hay más jamón español y de mayor variedad por todo el planeta. Y lo que nos queda por conquistar…

Roberto Gómez Moreda

Licenciado en Periodismo, trabajo como encargado de producción junto a mis hermanas en el secadero de jamones que fundaron mi padre y mi abuelo, sin perder la pasión que me llevó a estudiar Ciencias de la Información.

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