Aceite de jamón: un complemento ideal para tus recetas

Solo dos ingredientes

Es cada vez más frecuente en las cocinas domésticas disponer para nuestros platos de un surtido de aceites de elaboración casera. En mi casa no suele faltar un aceite de ajo y cayenas, otro de trufa (este, desafortunadamente, no es tan habitual) y uno de jamón de Teruel DOP.

Cuando comienzo un jamón entero, aprovecho mucha de la grasa blanca que le quito hasta encontrar el magro para aprovecharlo de esta manera. Es tan simple como hacer una especie de infusión del tocino con aceite.

A diferencia del de ajo y cayenas, para el que uso aceite de oliva virgen extra, para el de jamón (incluso para el de trufa), prefiero utilizar un aceite mucho más neutro como es el de girasol. Aunque somos auténticos fans del AOVE, el potente sabor del aceite de oliva, resta el protagonismo del jamón que buscamos en esta ocasión.

Simplemente, pongo a fuego lento (entre 60 y 90º, que no llegue nunca a hervir) una cazuela con unos 250 mililitros de aceite y unos 250 gramos de grasa cortada en trocitos. Si el jamón no era tan graso o no le hago una limpieza muy exhaustiva, prefiero hacer algo menos de aceite pero no rebajar mucho la proporción. El momento ideal para hacerlo es este que os cuento, el de la limpieza de la maza. Si lo hacemos así, nos garantizamos una abundante cantidad de grasa blanca, cosa que no sucede si dejamos pasar un tiempo, ya que al oxidarse, la grasa se enrancia, amarillea, y aporta aromas y sabores extraños.

Pasados unos 30 minutos al fuego, simplemente cuelo el aceite en una botella de cristal, lo dejo enfriar y ya estaría listo.

¿En qué platos puedo usar este aceite?

Tanto en frío como en caliente, este aceite tiene una gran variedad de usos. Personalmente, suelo utilizarlo para aderezar una ensalada con queso de cabra y frutos secos o para hacer la bechamel de unas buenas croquetas de jamón. Pero también es ideal para freír unos huevos con patatas, acompañar unos corazones de alcachofa o incluso unas zamburiñas a la plancha.

Ya os hemos contado alguna vez que el jamón tiene múltiples maridajes posibles, así que ya sabéis, solo tenéis que ir añadiendo vuestro aceite de jamón e ir experimentando con él. ¿Os imagináis una simple tostada de pan con un chorrito de este manjar para desayunar? ¿Y si lo enfriamos convirtiéndolo en una especie de mantequilla de jamón? Os aseguro que las posibilidades son numerosísimas, así que no lo dudéis y animaos a prepararlo ya mismo. Y si no tenéis jamón, ya sabéis dónde encontrarlo…